Llano llano si va lontano

Antes de comenzar a escribir cualquier tipo contenido es recomendable pensar a quién estará dirigido, qué ideas quiero transmitir y qué quiero lograr.

Hay una intención en el proceso de elaboración de textos que debe tener presente el quién y para qué. Una vez decidido esto, lo más importante es conseguir que se entienda, que la comunicación sea eficaz.

Si se trata de un texto de un experto pensado para sus colegas, el diálogo será con sus pares, lo que supondrá el manejo de un marco teórico compartido que permitirá el intercambio en el mismo lenguaje.

Sin embargo, si se quiere interactuar con otros públicos, es recomendable explicar, evitar dar por sentado y traducir a términos accesibles a todo el mundo. Es una muestra de respecto al lector.

Cuando las organizaciones quieren llegar más lejos es aconsejable que abran las fronteras del lenguaje especializado y caminen por el llano. La divulgación de cualquier tema complejo supone poner al alcance del público y para esto es necesario evitar la jerga de unos pocos. Es una aclaración del mundo para que las cosas oscuras se vuelvan más claras, aunque sean arduas. En ese proceso, el texto pierde complejidad, deja de lado conceptos difíciles que, si bien son importantes para la disciplina, pueden no serlo para que esta llegue a más personas.

La claridad de los textos no solo importa cuando se escribe para públicos no expertos, también es de gran valor para los contenidos dirigidos a especialistas y técnicos de la disciplina que sea. El orden de las ideas, el respeto por la sintaxis y la ortografía y el valor de lo simple son convenientes en todo momento. Que sea amigable con quien lo recibe siempre se agradece.

Ana Artigas